viernes, 17 de julio de 2009

INTERLUDIO VERANIEGO (III)



Hay en la magnífica novela de Joseph Conrad, titulada Nostromo, una referencia descriptiva en las primeras páginas que es como si estuviésemos situados en las dunas del Eurocamping, al Sur de Oliva, contemplando la vastedad del Golfo de Valencia, mirando de Norte a Sur, delante del mar y con los modestos pero bellos sistemas montañosos de las dos Marinas (la Alta y la Baixa; aparte de La Safor misma, que es donde nos encontramos) formando su tendido arco pocos km a la espalda. El país imaginario de Conrad se llama Sulaco, y se esconde en el fondo de una bahía del también vasto Golfo Plácido, cuyos límites Norte y Sur terminan en abruptos y montuosos salientes, como dos cuernos de piedra levantados osadamente contra el Mar. Habla el autor de las calmas seculares que dificultan la navegación a vela por toda la extensión de esas aguas protegidas y de la visión de las nieves perpetuas del Higuerota, asomando su calva pirámide por encima de las junglas de aquel país de feracidad tropical, inspirado, seguramente, en alguna República de América Central y del Sur... No hay nieve por estas latitudes que agudice y embellezca (todavía más, si cabe), el contraste entre la placidez azul mediterránea y la adustez de sus montañas litorales, excepción hecha de gigantes como la Bernia o el Puig Campana (1121 y 1404m respectivamente): la modesta altitud y la influencia siempre benigna de la atmósfera marina impiden que esto sea así. Sin embargo, sí podenos imaginar la visión desde un velero que se aproxime a la costa de la franja verde de los naranjos, huertas y marjales por encima de la línea amarilla de las dunas con las montañas al fondo. En mitad de la playa, mirando al mar y abriendo los brazos hacia el viento de Levante que suaviza los ardores del verano, contemplo la brava estampa del Montgó, hito finisecular de aquellos exploradores que en sus navíos de madera, a vela o remo, trazaron el rumbo de la Historia. Lejos quedan las incursiones de este mes de Abril por el corazón de la gastada y árida Iberia: rápidas visitas con muchos km de carretera a uno de los extremos de las Sierras Béticas; el que mira, precisamente, al Mediterráneo, slavando los desiertos del Altiplano de Granada, Murcia y Almería. Sierra María, Empanadas y Cabañas: gigantes de dos mil m. que con sus nieves invernales alimentan el curso de los ríos que de entre los recovecos del lecho del desierto alcanzan, pacientemente, otros océanos. El Montgó queda para otras aventuras y otras fechas; también, con toda seguridad, para otro Blog de montaña que llamaré MARGEN MEDITERRÁNEO... He de recuperar estos días, metido aquí, a refugio del tórrido viento del centro de la meseta, el hilo del relato de nuestras aventuras en aquellas primeras montañas de la Estepa del Sur.

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