viernes, 11 de febrero de 2011

EL JÚCAR Y SUS MÁGICOS PARAJES (II)

 HACIA LA RIBERA DE CUBAS Y LOS CAMINOS DEL AGUA  Rogelio y un servidor solemos comentar la suerte que hemos tenido de vivir en un pueblo (Casas Ibáñez) cuya situación más o menos céntrica sobre esta última lengua de Llanura que se adentra en las excelencias topográficas y pinariegas de los montes Valencianos, nos brinda a los exploradores insumisos la oportunidad de recorrer paisajes tan diferentes y, sin embargo, tan cercanos entre sí. A pocos kms podemos hacer una incursión en toda regla por el desierto más canalla, árido y sin sustancia estética que poder paladear con arrobo literario, o esas riberas atestadas de vegetación y agua en enigmático reposo que nos levantan el ánimo desgastado por tanta cotidianeidad pueblerina y tanto verano sin margen para la aventura so pena de arder como la pólvora en mitad de la nada... También hay la campiña de viñedos geométricamente dispuesta sobre el terreno cuyas primaveras aguardamos aquí con tesón de monjes. Esta es la situación privilegiada del lugar que habito: un poblache con aire de capital que 32 años de socialismo feroz a condenado al anonimato, la mediocridad y el asalto continuo al bolsillo de los que, día a día, acudimos resignados al tajo para ver que todo nuestro esfuerzo ahorrativo se dilapida en los bolsillos de los que no han dado un palo al agua en toda su *¡# vida. [Perdonadme la digresión... Pero creo que el apunte sociológico ha venido muy a cuento para situar al lector en el verdadero contexto geográfico y humano de esta parte, tradicionalmente deprimida, de la inmensidad manchega.] Salimos pues veloces, desbordando energía e ilusión adolescente con las bicis, lanzados a la búsqueda de esos parajes pletóricos de sustancia con la intención de llevarnos un bocado para el espíritu que no vamos a encontrar aquí. El Júcar y el Cabriel, agazapados en las sedimentarias profundidades de la Llanura aguardan con parsimonia multisecular al avezado explorador solitario que huye del desierto. Son paisajes de sorprendente belleza constreñidos sin embargo en escenarios de reducida dimensión: una ensenada en un recodo, un remanso protegido por la vegetación, un peñasco que se mira con violencia en el cristal de las aguas... Son los paisajes que he ido cultivando los últimos días. Y aunque la intención original era la de la mera constatación geográfica de la desembocadura en el Júcar del canal que drena toda la cuenca endorréica al Oeste de la capital (la que por km y medio no vemos confluir con el río), me he encontrado con reductos de singular y emblemática belleza que no me he cansado de admirar y fotografíar.

FOTOS 1 a 4- SECUENCIA DEL BORDE DE LA LLANURA Y CUESTA DE MALDONADO. DETALLE DEL CAÑÓN DEL JÚCAR EN UNO DE SUS MÚLTIPLES RECODOS. EN PLENA Y VELOZ BAJADA. EN LA OTRA ORILLA, LA EMPINADA CUESTA QUE SUBE HACIA LOS CAMPOS DE LAS CASAS DE JUAN NÚÑEZ.
Hasta Maldonado, el primer puente y la orilla del río hay unos 24km, si tomamos como punto de partida la localidad de Casas Ibáñez. De manera que si, como es el caso, prolongamos la excursión ciclista hasta el enigmático paraje de la desembocadura del Cañorro, habría que añadir unos 4km más. A poco que hagamos las cuentas, nos encontramos con un periplo total de 56km. Sin embargo, dado que la vuelta la efectuamos directamente por el caserío que hay junto a la Iglesia de la Virgen de Cubas, acortamos distancia. Salen, pues, 54km. Lo que traducido en tiempo, son unas 2h y media aproximadamente. Tres, a lo sumo, si tenemos en cuenta el tiempo que empleamos para observar los detalles e impregnarnos del espíritu de esta geografía singular y discretamente bella. No necesitaremos más que una mañana o una tarde y el suficiente ánimo como para pedalear con viveza por esas rectas interminables, con bajadas y subidas, que hasta el mismo borde del río configuran el carácter de la ruta: Casas Ibáñez, Abengibre, Bormate y pista de Maldonado/ Cubas.




DIFERENTES TOMAS FOTOGRÁFICAS DEL ENIGMÁTICO PARAJE DE LA DESEMBOCADURA DEL BCO. DEL CAÑORRO (O CAÑAHORRO, EN LOS MAPAS). LUGAR POR EL QUE EN ÉPOCA DE ABUNDANTES Y CONTINUADAS LLUVIAS LLEGA A CONFLUIR CON EL RÍO LA CORRIENTE QUE VIENE, CRUZANDO EL DESIERTO, DESDE LA CUENCA ENDORREICA AL OESTE DE LA CIUDAD DE ALBACETE.

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